No solo por la predisposición a la identificación de colores, debe el observador de estrellas dobles abstenerse de leer demasiado sobre aquello a observar, sino también por las agradables sorpresas que tras poner el ojo en el ocular puedes llevarte. Prueba de ello ha sido para mi la observación de la conocida estrella Rigel (pie derecho del cazador Orión), donde solo conocía el dato de los 120 aumentos necesarios para su desdoblamiento y que me hacían intuir una secundaria bastante tenue y complicada de ver.
Pero tras apuntar con el ocular de 7mm hacia esta descomunal estrella, una supergigante blanco-azulada de tipo espectral B8Iab1, con una temperatura superficial de 11.500K y 18 masas solares, hubo dos detalles que me llevaron a pensar que estaba ante una de las estrellas dobles mas bonitas que he visto hasta ahora: el potente brillo azulado de la componente principal y la nitidez con la que se apreciaba la secundaria, la cual lejos de ser difícil de ver, era como una especie de "picotazo" que parecía no verse afectada por la gran luminosidad de su compañera. Cierto es también, que la noche era muy propicia, sin Luna y después de un par de días lloviendo que han ayudado a que la atmósfera se limpie.
Incluso los sufridos observadores de grandes ciudades o cielos suburbanos, como pudiera ser el mio, tienen a su alcance buenos objetivos. Estuve algunos minutos observándola y creo sin ningún género de dudas, que tanto si somos aficionados a las estrellas dobles o no, deberíamos echar un vistazo a Rigel si nos encontramos por la fantástica y repleta constelación de Orión.
"Meto directamente el ocular de 7mm y a 142x destaca la gran luminosidad de Rigel y su color azul. La secundaria es totalmente perceptible, siendo muy puntual y fácilmente enfocable. Preciosa".
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